Cuando viajamos, me gusta buscar alojamientos especiales, a ser posible que no sean hoteles como tal. Me encanta el concepto americano y británico del Bed & Breakfast pero que estén cuidados, es decir, que la decoración, el trato y el desayuno sean realmente especiales. Creo que este tipo de alojamientos son capaces de generar una atmósfera mágica, difícil de conseguir en un hotel (lo que no quita que me gusten algunos hoteles, y que algunos sean capaces de generar ese ambiente, ya os diré mis favoritos).
Cierto es, que este tipo de alojamientos no suelen estar en el centro, por lo que sólo optamos por ellos cuando viajamos en coche. Además, generalmente están en zonas con parking privado o bien sin zona de pago para aparcar, lo cual es un plus a tener en cuenta.
En nuestro último viaje hicimos un recorrido por Francia e Italia, siendo Verona nuestro principal destino y en el que pasamos más días.
Pero hoy no os quiero hablar de Verona, sino de uno de los alojamientos en los que estuvimos en nuestra ruta hacia allí, concretamente en la población de Carcés (en la provenza francesa).
Para nosotros era una parada estratégica en nuestra ruta hacia Verona. Su situación, a una hora de Saint Tropez, nos venía de maravilla ya que teníamos especial interés en visitarlo por ser uno de los pocos sitios que no conocíamos en la costa azul. Además al estar junto a la carretera por la que necesitábamos continuar a la mañana siguiente, no nos suponía un problema desayunar tranquilamente y salir más tarde.
Antes de elegirlo, estuve dudando entre dos alojamientos, más que nada porque Le Bargidou me daba muy buen feeling pero las fotos no me terminaban de convencer (están en proceso de crear una web con fotos nuevas). Sin embargo, las excelentes críticas y los comentarios sobre los desayunos, con mermeladas y miel de producción propia, junto con el hecho de que tuviera gallinas (esto fue determinante porque Alexandra disfruta muchísimo con los animales) fueron lo que me hicieron decidirme, y ¡qué buena decisión!
Le Bargidou es una casa con historia situada en medio del campo, en una zona donde abundan los viñedos.
Primero os cuento un poco sobre la historia de la finca y de la casa para posteriormente enseñaros fotos de la mismo y comentaros nuestra estancia.
Le Bargidou
Construida en 1850, esta casa provenzal sirvió durante mucho tiempo como vivienda para los trabajadores agrícolas empleados en la temporada de vendimia.
El propietario, construyó un puente que servía como acceso a la finca y como acueducto para canalizar el agua del canal hacia los viñedos. Sin embargo, los viñedos fueron destruidos por una plaga de filoxera, por lo que, con el fin de rentabilizar el puente, la familia Audibert decidió cerrar el paso del agua mediante dos compuertas y alquilar la llave a los agricultores que vivían al otro lado del puente y a los viajeros de Cotignac y Montfort. De ese modo pasó a conocerse como «le pont fermé», el puente cerrado.
Esta casa también fue una fábrica de seda, donde se criaron gusanos de seda para la fabricación de telas en una época en que dicha actividad estaba muy extendida en la Provenza.
BARGIDOU es el nombre provenzal que recibe el tratamiento necesario en la transformación del cáñamo para la fabricación de cuerdas y velas marinas, entre otros.
Hoy día, la casa la llevan dos mujeres, Vanina y Claudine. Aquí ofrecen servicio de bed and breakfast y sirven como punto de venta de sus mermeladas caseras, miel de producción propia, vinagres, etc…
Nuestra experiencia
La casa por fuera no es gran cosa, tiene una amplia parcela con rincones muy bonitos, pero no especialmente cuidados. Aún así, tiene un encanto especial y a Alexandra le encantaba corretear por allí, visitar a las gallinas o utilizar el triciclo vintage de color rojo que tienen a disposición de los huéspedes más pequeños.
Otra cosa que disfrutaba mucho era jugar con el gato de la casa.
Sin embargo, una vez que cruzas la puerta de entrada te das cuenta de que el sitio es una maravilla.
Decorado en un estilo tipicamente provenzal, en tonos blancos y grises, está lleno de detalles y elementos decorativos que encajan perfectamente en el ambiente.
Nada más entrar, en el pasillo que da al recibidor, hay un mueble a la izquierda en el que están los distintos tipos de mermeladas, vinagres y miel que producen artesanalmente y que están a la venta.
A partir de aquí, todo son detalles.
Para empezar, el suelo, típico de la Provenza, compuesto por azulejos de terracota en forma de hexágono denominados «tomates» que formar parte de toda la casa, incluida la escalera.
Según pasas el recibidor, a la derecha está la parte privada de la casa a la que no se tiene acceso y a la izquierda, se encuentra la cocina-comedor donde se sirve el desayuno y que está a disposición de los huéspedes.
Esta estancia está llena de detalles que me encantaron: una báscula Berkel (ando detrás de adquirir una desde hace un tiempo), cazuelas de cobre, tazas antiguas, y muchas piezas antiguas adquiridas en los mercadillos de Brocante, según me estuvo contando Vanine.

Subiendo al primer piso te encuentras las habitaciones que siguen el mismo estilo y tonalidad en la decoración que el resto de la casa.
La nuestra, situada a la derecha, era una habitación muy amplia con una cama de matrimonio y un sofá cama. Dispone de una cómoda antigua, una mesa con sillas y una zona para que puedas prepararte un té.
El baño está dentro de la habitación, el lavabo y la ducha forman parte de la estancia y el inodoro en una estancia independiente.
La grifería de estilo antiguo y especialmente el lavabo, una pieza maravillosa y muy antigua, son uno más de los detalles que me enamoraron del lugar.





De la otra habitación, tengo pocas fotos ya que estaba ocupada, aunque Vanina, viendo que me interesaba mucho la decoración, me la enseñó una vez se fueron los huéspedes. Estaba sin limpiar por lo que apenas hice fotos, pero es como un mini apartamento con capacidad para cuatro personas.
Dispone además de una preciosa bañera con patas (me fascinan este tipo de bañeras) y una mini cocina preciosa.
Hay un segundo piso al que no accedí pero os dejo foto de la escalera porque me encantaron los detalles.
El desayuno al día siguiente, estaba compuesto por tés y/o café, zumo, fruta variada, yogur, pan y bollería de la panadería del pueblo, mermeladas y miel de varios tipos (producción propia), y huevos frescos (por algo tienen gallinas) que podías pedir cocinados de la manera que más te gustase, yo opté por un huevo pasado por agua y Óscar por huevos revueltos.
Las mermeladas estaban muy buenas y todas estaban elaboradas con miel. Yo me llevé un par de mermeladas y vinagre de miel.
Como veis, todo estaba cuidado al detalle.
Disfrutamos mucho de nuestra breve estancia pero nos quedamos con ganas de más, así que no descarto repetir en un futuro próximo.
Si queréis reservar podéis hacerlo a través de este enlace.
¡Os encantará!
N.
Por favor q bonito, el baño es una maravilla, adoro las casas provenzales, gracias por este post porque ese sitio lo tengo q conocer. ❤️
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Gracias a ti por leerlo y comentar. Si vas, te va a encantar! En breve pondré más sitios que hemos descubierto este verano.
Busca en mi blog el post de The Church House, porque esa casa seguro que te gusta también.
Un abrazo
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