Y todo comienza…

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Y todo comienza cuando por fin te decides.

Sí, porque tras mucho pensarlo, darle vueltas, aplazarlo, enumerar los inconvenientes del momento, justificarse en la situación actual de crisis, llega un momento en que te decides y piensas: bueno, ahora o nunca.

Vamos a tener un bebé.

Pero claro, no sabemos sí será tan fácil.

Hoy en día el estrés, la alimentación y la edad, porque cada vez nos cuesta más tomar la decisión, hacen que muchas parejas tengan dificultades a la hora de concebir un bebe, y que tras tomar la decisión de ponerse «manos a la obra» tarden más de lo esperado e incluso tengan que recurrir a métodos como la FIV.

Por suerte, no fue nuestro caso. Y aunque tenía mis dudas, porque nunca puedes estar segura, tras intentarlo 15 días (sí 15 días, no es broma, es que queríamos probar con unas fechas concretas para cuadrar que naciera en agosto o febrero) tenía la sensación o certeza interior de que ya lo estaba. Por eso cuando compramos el test de embarazo y lo hicimos, ni alegrías excesivas ni sobresaltos, un poco de miedo sí, pero también tranquilidad y confirmación de lo que en el fondo ya sabíamos.

Siempre he querido tener hijos, propios y adoptados, me da igual la raza o lugar de donde provengan.

Pero, llegado el momento de tomar la decisión, nunca encontraba el momento o las ganas de lanzarme. Porque, no seamos hipócritas, se vive muy bien sin esa responsabilidad. Y más si tienes un marido al que adoras y con el que eres feliz.

Lo que nunca jamás me ha llamado la atención ha sido el tema del embarazo, por no hablar del parto, al que no he llegado aún y del que poco quiero oír hablar, la verdad… (que llegue,  pase rápido y sobretodo que salga todo bien).

Hay mujeres a las que el embarazo les parece algo maravilloso, una etapa preciosa y de la que disfrutan día a día. No es mi caso.

Para mí es un medio para un fin. Y aunque tengo la suerte de que no está siendo un mal embarazo, tampoco es un camino de rosas.

En este punto muchas personas, en especial mujeres, y sobretodo las que ya son madres, pensarán: ¡qué desnaturalizada!

Bueno, es una opinión, pero no se hasta que punto.

No me gusta el embarazo ni estar embarazada y nunca he sentido una especial ternura ante la imagen de dar el pecho a un bebé, pero por otro lado hay muchas de esas mujeres y hombres que no serían capaces de querer a un hijo que no sea «suyo», biológicamente hablando, y sin embargo yo sí.

A mí no me hace falta parirlo ni que lleve mis genes para quererlo. Y si en el futuro no termino adoptando será por un tema económico y nada más.

Por tanto, quizá yo no sea tan desnaturalizada como algunos piensan.

Cuánta gente dice: si tienes problemas con el tuyo, y te tienes que aguantar, al menos es tuyo. Pero ¿de otros? ¡Ni hablar!

Y yo siempre digo que no deja de haber una parte psicológica en todo el asunto, porque… ¿y si te cambian al niño (o niña) en el hospital y te enteras a lo largo de los años? ¿No lo has querido sólo por creer que es tuyo? ¿Querrías devolverlo? Por supuesto que no. Querrías quedarte con los dos. El tuyo, porque lo has criado y no te imaginas la vida sin él, porque es TU HIJO y el que ahora sabes que es biológicamente tuyo, porque también lo consideras como tal y «la sangre tira».

Esta hipótesis es difícil que ocurra en estos días, pero casos como este han pasado y prueban que el amor en realidad es más incondicional de lo que pensamos. Quizá es que nosotros lo etiquetamos demasiado.

A lo que voy, es que no me ofendo cuando alguien se escandaliza o me critica (a la cara aún no lo han hecho, pero seguro que por detrás lo han comentado, no necesariamente con mala fe) cuando despotrico del rollo que es para mí lo que conlleva estar embarazada, y no me ofendo porque estoy tranquila con mi forma de sentirlo, no es ninguna aberración, es pura y simple sinceridad. Eso no quita que agradezca el hecho de poder estarlo ya que se que hay gente que sufre lo indecible por no conseguirlo y desgraciadamente conozco varios casos muy cercanos. Algunos lo consiguen y otros no. Algunos de esos casos se plantean la adopción y otros no lo harían jamás.

Lamento profundamente que muchas parejas no lo consigan, pero también que no estén dispuestos a dar todo ese amor que tienen a un niño que está en alguna parte del planeta y que lo necesita desesperadamente.

En fin, la vida es así. Somos muchos y muy distintos, y mientras no hagamos daño a nadie, cualquier postura es válida. Nos guste o no.

A partir de aquí os iré contando algunas de las cosas que me han ido pasando y me pasan en el embarazo y muchas de las cosas que he ido descubriendo alrededor del mundo de los bebés: ropa, decoración, actividades,etcétera. De su cuidado, de momento poco, porque mi peque aún no ha nacido; pero ya llegará, y os lo contaré sobre la marcha.

Os espero por aquí.

N.

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